En los sistemas educativos a partir de los años 60 la universidad tradicional, la educación de adultos y la actualización profesional, no logran establecer una moderna infraestructura y organización que atienda a la pujante demanda de la sociedad industrial. La masificación de las instituciones educativas ocasionó su inmovilización, lo cual las llevó al descenso de la calidad de la enseñanza y a la imposibilidad de mejorar para todos los que aspiraban a un mejor nivel de vida, que pudiera aportar al progreso socioeconómico.
La lucha de la universidad se debatía en dos vertientes: 1)La insuficiencia de la infraestructura para atender la creciente demanda de los alumnos y 2) La no disponibilidad de recursos económicos para dotar de nuevo personal docente y más medios a las instalaciones ya existentes. De forma paralela a estos problemas se aunaba la falta de respuesta del sistema educativo a las demandas de expansión de la matrícula, de diversidad de contenidos y a la combinación de estudio-trabajo.
La sobrepoblación de las aulas, producto de la explosión demográfica y propiciada por el desarrollo, demandaba más y mejores estudios para las distintas clases sociales, mayor apertura y modificación de los estudios reservados a los que sólo tenían acceso las clases acomodadas. En demérito de la participación de otros grupos sociales con justas aspiraciones a las necesidades del desarrollo nacional.
Las casas de estudios superiores emprendieron una equivocada concepción de los llamados "Recursos Humanos" comprendiendo su labor en graduar las cantidades de profesionales que señalaban los planes nacionales de crecimiento económico; dejando de percibir en el destino de la universidad, que la formación no debía circunscribirse a la implementación de conocimientos específicos sino también a una educación para la vida, encaminada a la acción futura. Esta falta de percepción indujo a la universidad convencional al aprendizaje de mantenimiento que solventa la reproducción del conocimiento sin una aplicación innovadora y urgente reclamada por las sociedades de su tiempo. Sin el conocimiento, una sociedad atrasada no compila los imperativos de calidad que la modernización exige para su independencia; tiempo y conocimiento superan en mucho las ataduras tradicionales del mimetismo educativo.
Los esfuerzos educativos, al igual que la economía, fueron arrastrados por las falsas esperanzas cubiertas por las llamadas "Etapas del Desarrollo Económico" que ejercieron una gran influencia en los países desarrollados y en los subdesarrollados alimentaron la idea de que si se encontraban en vías de desarrollo los esfuerzos adicionales les permitirían alcanzar en periodos cortos los objetivos deseados. La respuesta, un tanto limitada, para insertar las perspectivas cuantitativas sin un análisis global de la realidad local vació los advenimientos de una planificación pensada en las características del subdesarrollo.
La importancia que se le dio a las tasas de escolaridad para transformar la educación y emular a los sistemas más adelantados conlleva en la historia a un punto crucial: la confesión de modelos estereotipados víctimas del antagonismo de su época.
La educación no queda exenta de los problemas de la dependencia; en el caso de América Latina, que ha actuado con incapacidad para enfrentar las contingencias en forma original y específica, generalmente el currículum, los métodos instruccionales, la formación personal y los lineamientos principales de la investigación al campo científico reproducen de forma pasiva la realidad de las estructuras construidas por los países del primer mundo. El desafío está en las opciones profesionales, en la técnica, en las perspectivas actuales de su momento que describen las necesidades de sus condiciones históricas, geográficas, demográficas y de las tendencias económicas.
Los programas y cursos que propugnan las universidades, se conciben en función de una competencia específica y estructurados en una secuencia de asignaturas aisladas, respondiendo a una visión positivista y fragmentada del conocimiento, sin profundizar en las características del estudiante: La esencia de los contextos socioeconómicos, de los intereses y preocupaciones de los individuos que estudian para el desarrollo de su conocimiento y personalidad son elementos centrales de la educación.
El modelo curricular siguió una aplicación acrítica, poco flexible e indiferente a la dinámica que se centró en una asignatura basada en un texto, con un docente que sólo cumplía las normas y procedimientos de la instrucción; orquestador del proceso de enseñanza-aprendizaje limitaba el contenido y búsqueda de nuevas áreas de conocimiento, lo que ha llevado a no poder precisar los análisis de los rendimientos evaluativos académicos, sin lograr penetrar en los procesos de aprendizaje en cuanto tales y en función de las demandas del desarrollo.
En la educación cara a cara existen cordones umbilicales que limitan en mucho a los sistemas escolarizados. El condicionamiento de muchos de sus programas se inscriben en el estrecho marco de posibilidades y alternativas que generan una educación para la repetición, para la recepción pasiva y para la conversación de lo mismo; no estructurados para la creatividad, para la originalidad, la actividad de la actitud crítica, la interacción con el medio ni para la resolución de las controversias de su tiempo y espacio determinados.
Estos condicionamientos sentaron las bases para el surgimiento de una modalidad distinta a los sistemas educativos de tipo común: La Educación a Distancia. Pero las tesis del aprender a aprender y de la educación permanente aunado al desarrollo de los medios de comunicación y al afianzamiento de la tecnología educativa obligaron a un planeamiento radical de los desafíos de la educación, mostrando el sendero para una nueva oportunidad educativa que beneficiara a los adultos. Aportando referencias teórico- conceptuales que emprendían su marcha en la innovación del diseño instruccional.
La convergencia de todas estas demandas originó su justificación en la posibilidad de darle estudio a las personas que no la tuvieron en su época o que por su ubicación geográfica o limitación física, no pudieron completar sus estudios en una universidad convencional, además la educación a distancia se considera, aun en la actualidad, como un vehículo con mayor cobertura bajo diseños y ejecuciones de calidad.
En América Latina, la educación a distancia universitaria, asumió como factores esenciales: la formación profesional y la titulación académica, y justamente al reclutar a sus estudiantes, en el segundo quinquenio de los setenta, cuando la tasa de incremento interanual de la matrícula iniciaba su tendencia a la estabilización y comenzó a entregar sus primeros egresados en los años ochenta, cuando los niveles de desempleo representaban en América Latina y el Caribe los índices más altos en los últimos años. De ahí una de sus principales y básicas contradicciones, que la subordinan a la tesis profesionalizarte de la educación presencial.
Adquirir las mismas pautas y exigencias académico-administrativas, retomar los diseños curriculares con la obligación de asignaturas en unidades incomunicadas no propició la flexibilidad que debía caracterizar a la educación a distancia a nivel superior; las expectativas y líneas de desarrollo personal para un mundo cambiante y la competencia para la solución de los problemas concretos no lograron cristalizar; el proyecto se esfumó al seguir el modelo tradicional vigente, al aplicarlo con una actitud acrítica de la teoría de sistemas al diseño curricular en lo referente al perfil profesional, a los objetivos terminales y a la carrera académica.
Se aunó a ello, las clases trabajadoras, jóvenes y adultas, que fueron la mayor parte de la matrícula de las carreras profesionales a distancia, éstas se enfrentaron al dilema de las mismas debilidades de los sistemas presénciales, y todavía indiferente a un proceso activo e interdisciplinario y a la realidad contextual que lo había rechazado; de ahí, los altos índices de deserción que experimentan los programas de la educación superior a distancia .
Finalmente, esta subordinación le impidió precisar en qué consiste su "extensión universitaria", que cumple las mismas funciones de programas de extensión cultural y académica planteados en la universidad presencial. La extensión es orgánica, arrogancia con la cual presume la educación a distancia en cuanto el acto de aprendizaje se ubica en el entorno del estudiante o en su lugar de trabajo. Lo que hace que el alumno pueda congeniar su aprendizaje con la realidad inmediata, para tratar con una conciencia crítico-constructiva y mediante aportaciones originales las exigencias de su medio social.
La educación a distancia se ha establecido generalmente para atender a una población adulta que aprende y se manifiesta de una manera diferente al alumno de otros niveles e instituciones educativas. El que aprende en la enseñanza a distancia es generalmente una persona madura con una trayectoria vivencial que reúne un conjunto de experiencias, conocimientos, capacidades, hábitos, actitudes y conductas que propicia la participación en su propio proceso de formación, características éstas que reorganizan, valoran y filtran el mejoramiento de los futuros aprendizajes.
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